Luego de la condena de Etchecolatz, Jorge López desapareció sin dejar rastros, el día 17 de septiembre de 2006, en la ciudad de La Plata.
Durante los largos meses que median desde la desaparición de Jorge Julio López, ni el gobierno nacional ni el provincial han obtenido ningún éxito en sus pesquisas. Los funcionarios, por su parte, han asegurado su optimismo respecto de una pronta reaparición y la existencia de “progresos substanciales” sin dar a conocer, ni remotamente, cuáles son esos progresos o en qué se funda su optimismo. En particular, el Ministro del Interior, Aníbal Fernández, cifró sus mayores expectativas en la intervención de Dios y la Virgen María.
La desaparición del albañil hizo arreciar las críticas sobre el régimen de protección de testigos y sobre la falta de recaudos para frustrar amenazas contra su vida y libertad.
Inmediatamente tras su nueva desaparición, el gobierno bonaerense elevó una recompensa pública de $200.000 para quien brindara información sobre su paradero. Luego esa cifra fue elevada al doble. Se dispusieron innúmeros avisos televisivos, radiales, en medios gráficos, etcétera dando cuenta del hecho de su desaparición y de su fotografía. Se llegó incluso a enviar mensajes de texto a todos los teléfonos celulares solicitando colaboración para su búsqueda. La Policía Bonaerense movilizó, supuestamente, miles de efectivos para los rastrillajes.
De lo antedicho, se desprende que la hipótesis de la desaparición de López causada por un shock traumático que lo habría llevado a extraviarse, está hoy totalmente descartada.
La desaparición de López movilizó al país y a organismos de Derechos Humanos y continúa envuelta en el más absoluto misterio.
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