Para ello, el 27 de mayo de 1810, enviaron a los gobiernos provinciales una circular en la que les informaban los sucesos y les pedían que designaran diputados para un congreso que se reuniría en Buenos Aires. Aunque la mayoría de las gobernaciones aceptó la Junta, no todas las reacciones fueron favorables. En Córdoba, se produjo un levantamiento de los ex funcionarios españoles dirigidos por Santiago de Liniers y Bremond, el héroe de las invasiones inglesas.
El movimiento fue derrotado y Liniers, fusilado el 26 de agosto de 1810.
También el Paraguay rechazó la autoridad de la Junta, por lo que ésta envió un ejército, comandado por Manuel Belgrano, que fue vencido. Sin embargo, se logró la neutralidad del Paraguay en nuestra lucha contra España. En 1811, los paraguayos formaron una junta propia, independiente tanto de España como de Buenos Aires.
El Virreinato del Perú fue el baluarte del poder realista en América, anexó a su territorio las provincias altoperuanas que antes pertenecían al Virreinato del Río de la Plata, por lo que, entre 1810 y 1815, los patriotas realizaron tres campañas a esa región.
Tras las derrotas de Venta y Media y Sipe Sipe, el Alto Perú se separó definitivamente del Río de la Plata, hecho que se completó en 1825 con la fundación de la República de Bolivia.
En Montevideo, Francisco Javier de Elío fue designado Virrey y reclamó la soberanía sobre todo el territorio. Pero, el 1 de enero de 1811, se produjo el "Grito de Ascencio".
El gran José Gervasio Artigas sublevó a la población rural en favor de la causa de la independencia y, junto con el gobierno de Buenos Aires, sitió Montevideo.
Posteriormente, disintió de las autoridades porteñas en lo relativo a la organización del país, ya que intentaba preservar la autonomía de las provincias respecto del gobierno de Buenos Aires.
Otra complicación que tuvieron los patriotas fue que, en 1814, Fernando VII recuperó el trono de España y, decidido a reconquistar las colonias americanas, envió un poderoso ejército a estas tierras.
En 1815, las autoridades de Buenos Aires redactaron el Estatuto Provisional, documento en que se ordenaba a las provincias que eligieran diputados para integrar un congreso constituyente que se reuniría en Tucumán.
Se decidió que esa provincia fuera la sede por estar ubicada en el centro del ex Virreinato y para evitar un nuevo protagonismo de Buenos Aires.
Según el Estatuto, las provincias podían elegir un diputado por cada 15000 habitantes. Esto favorecía a Buenos Aires, la más poblada, por lo que las provincias que estaban bajo la influencia de Artigas (Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes y la Banda Oriental) rechazaron el Estatuto.
Las provincias que sí enviaron congresales fueron Buenos Aires, Catamarca, Charcas, Cochabamba, Córdoba, Jujuy, La Rioja, Alto Perú (Moxos, La Plata), Mendoza, Potosí, Salta, San Juan, Santiago del Estero, Tucumán y San Luis. El Congreso se inauguró con retraso el 24 de marzo de 1816. El Estatuto establecía que sólo podría comenzar a sesionar cuando estuvieran presentes dos tercios de los convocados y a éstos les resultaba muy difícil llegar a Tucumán por el mal estado de los caminos.
En esos momentos, la situación de la causa de la emancipación era crítica. Los patriotas habían sido derrotados en Chile, Venezuela y el Alto Perú.
Además, la restauración monárquica en Europa fortalecía la posición de España.
Sin embargo, el 9 de julio de 1816, bajo la presidencia del sanjuanino Narciso de Laprida, el Congreso declaró la independencia de las Provincias de la Unión respecto de España y de toda dominación extranjera. La decisión provocó gran alegría.
Esa noche, hubo una fiesta en la casa del Congreso y otra, popular, en la plaza de la ciudad.
Para difundir la noticia, el Congreso envió a todas las provincias copias del Acta de la Independencia, incluso, se hicieron traducciones de ese documento al quechua y al aymará, las lenguas aborígenes del Norte y para mantener informada a la población acerca de todas las actividades del Congreso, se creó un periódico oficial: el Redactor del Congreso Nacional.No se llegó a dictar una constitución porque antes había que decidir la forma de gobierno a adoptar. Algunos consideraban que la más adecuada era la monarquía constitucional, mientras que otros eran partidarios de la república. Además, había enfrentamientos entre quienes intentaban imponer un gobierno central fuerte con sede en Buenos Aires y quienes, como Artigas y los caudillos del Litoral, sostenían que la federación era la mejor alternativa. Para reafirmar la independencia del país, el Congreso centralista emprendió una serie de acciones en contra de los revolucionarios patrióticos federales. Envió tropas auxiliares al Ejército del Norte, repartió tierras para que no los indígenas no tuvieran dónde vivir y trató de mejorar las relaciones diplomáticas con Europa, el Brasil y los Estados Unidos.
Además, el Congreso tomó otras medidas: fundó escuelas a las que sólo asistían las familias poderosas, aprobó el proyecto de creación de la Universidad de Buenos Aires y otorgó pocas becas a estudiantes.
Ante la amenaza de que los españoles tomaran el Noroeste, el Congreso se trasladó a Buenos Aires. En su nueva sede, elaboró un Reglamento Provisorio, aprobado el 3 de diciembre de 1817, en el que, entre otras modificaciones, se quitaba a las provincias la facultad de elegir sus propios gobernadores. Esto fue también motivo de disputas entre Buenos Aires y el interior.
En 1819, el Congreso sancionó una constitución, pero fue rechazada por los caudillos provinciales porque reafirmaba los privilegios de Buenos Aires y tenía una tendencia marcadamente monárquica.
¿Era realmente una independencia?
¿Se había logrado la revolución?
¿Somos realmente libres hoy?
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