miércoles, 27 de junio de 2007

Unidad bolivariana


Hugo Chávez se anotó una nueva victoria el sábado 23 de junio. Después de meses de cuestionamientos y dudas de las fuerzas aliadas, el presidente logró alinear detrás de sí a más de 5,6 millones de personas en el nuevo partido único del chavismo. Frente a 15 mil simpatizantes, el presidente venezolano celebró el nacimiento del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). “Los seres humanos somos transitorios, el partido debe ser eterno, el más poderoso motor revolucionario”, aseguró.

Los afiliados del nuevo partido que aglutinaría a todas las organizaciones y fuerzas cercanas al chavismo representan alrededor de un 80 por ciento del caudal de votos que recibió el presidente en la elección presidencial de fin del año pasado. “Será un partido de multitudes organizadas, de frentes organizados, de masas en movimientos, de multitudes y de masas que forma cuadros políticos”, explicó Chávez.

El mandatario no quiso dejar de mencionar al otro 20 por ciento, que todavía no termina de aceptar el nuevo proyecto político del oficialismo. “El nuevo partido no debe estar manchado por los vicios del viejo partidismo político venezolano”, disparó el presidente y, seguramente, próximo líder del PSUV. Después de su reelección el 3 de diciembre pasado, Chávez anunció la unificación del oficialismo. Las resistencias de los partidos menores del chavismo no se hicieron esperar. Podemos, el Partido Patria para Todos (PPT) y el Partido Comunista (PCV) mantuvieron desde un principio una clara reticencia a desaparecer dentro de la gigantesca masa chavista, perdiendo así su pequeña autonomía y su capacidad para pelear cargos públicos.

Chávez no atacó estos cuestionamientos durante unos meses. Sin embargo, cuando vio la necesidad de acelerar el proceso, no dudó en fustigar públicamente a sus aliados e incluso acusarlos de conspirar en la oposición. No aceptó las condiciones y los beneficios que pedían y decidió seguir solo. El ingreso masivo de afiliados dejó ahora en una cuerda floja a los partidos aliados, que ya afirmaron que no quieren pasarse al bando opositor.


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